La atención sanitaria duele en España. Los médicos llevan años denunciando contratos precarios, salarios bajos y condiciones deplorables. Por eso cada vez son más los que se marchan. En los últimos cinco años, 11.506 profesionales solicitaron el certificado de idoneidad para trabajar fuera. En el mismo periodo convalidaron su título casi el doble de licenciados extranjeros: 20.608. La mayoría solo lo hace para realizar el examen MIR y acceder al sistema público. Los expertos apremian a las autoridades a cambiar el sistema y alertan de que en el próximo lustro serán necesarios unos 50.000 profesionales.
El número de médicos españoles que han solicitado el certificado de idoneidad no ha dejado de crecer en la última década. Solo la pandemia de coronavirus frenó la tendencia, según datos de la Organización Médica Colegial (OMC). En 2017 pidieron el documento que permite desarrollar la profesión en el extranjero 2.073 personas. Un año después fueron 2.240 y, en 2019, llegó a los 2.500. Algunos lo hicieron en varias ocasiones, ya que el permiso caduca a los tres meses. En 2020, con los hospitales colapsados y una mayor oferta laboral, solo lo demandaron 2.189. La cifra volvió a aumentar el año pasado, cuando 2.504 médicos abandonaron España.
Médicos en el exilio
Una de ellas fue la anestesista Ana Hernández, de 36 años. Cansada de encadenar contratos de apenas semanas en el Hospital La Paz de Madrid decidió coger las maletas. «Me quemé mucho por la covid y las condiciones en las que trabajaba. Hablo francés y decidí probar suerte», explica por teléfono a THE OBJECTIVE. Nada más llegar a Toulouse firmó por un año. «Aquí todo es más sencillo. Haces el MIR, pero a los dos años te dan plaza, como fija la legislación europea. No hace falta opositar. En España, además, se convocan cada 10 años».
«El sueldo base en Francia es el mismo dinero que cobraba en España haciendo guardias», relata Hernández. Sin embargo, en su decisión pesaron más la estabilidad y las condiciones que le ofrecían que el dinero. «En España tienes tres minutos para ver a los pacientes. Si ves a más de 40 personas al día se te escapan cosas. Aquí tenemos 20 minutos para cada visita». La anestesista asegura que, en nuestro país, el sistema «maltrata» a los galenos y que estos aguantan «hasta que no pueden más».
Es el caso de la neurocirujana Magdalena Garzón, de 47 años. Se licenció en 2003 en Colombia y meses más tarde consiguió homologar su título en España. Como le ponían muchas pegas para desarrollar su especialidad, decidió probar suerte en Inglaterra, donde ha permanecido una década. Regresó en 2020, en plena ola de covid. Las autoridades españolas le hicieron una oferta y ella pensó que era el momento. Asegura que se equivocó porque aquí las condiciones siguen siendo «precarias».
Después de un año de trabajo en un hospital de Barcelona, Garzón se queda fuera del sistema. Afirma que no la renuevan porque «ha acabado la pandemia y se favorece a las personas que acceden vía MIR». Cree que esa cláusula «raya la ilegalidad». No obstante, ya ha iniciado los trámites para volver a Reino Unido porque allí «saben reconocer la necesidad de personal sanitario que tienen». Asegura que hay otros compañeros en esas circunstancias.
Títulos no equivalentes
Unos se marchan y otros llegan. Sin embargo, aunque los extranjeros que convalidan su título en nuestro país dobla a los médicos que se van no significa que ocupen sus plazas. «Muchos homologan la licenciatura para presentarse al MIR. Solo pueden trabajar en centros privados y no pueden desarrollar su especialidad porque los títulos no son equivalentes», especifica Vicente Matas, médico de Atención Primaria y coordinador del Centro de Estudios del Sindicato Médico Andaluz.
Es el caso de Loida Rodríguez, una venezolona de 61 años que lleva seis en Madrid. Consiguió homologar su título en diciembre de 2020 y días más tarde comenzó a trabajar en una residencia de ancianos, a pesar de que es foniatra. «En España no podemos trabajar de la misma especialidad porque no nos la reconocen. Tampoco en el sistema público: para eso hay que hacer el MIR, con el que te especializas». Ella tardó 28 meses en validar su licenciatura en Medicina en nuestro país, aunque reconoce que en su caso se retrasó porque le faltaron unos documentos. Lo normal, asegura, es tenerlo «entre 20 y 24 meses».
Matas, del Centro de Estudios del Sindicato Médico Andaluz, sostiene que este periodo fluctúa dependiendo de las necesidades. «Hay momentos en los que tardan mucho y otros en los que aceleran. En la pandemia los intentaron homologar lo más rápido posible», insiste. La cubana Ana Artiles, de 28 años, lleva 11 meses esperando el trámite que le facilitaría trabajar como médico. Ahora lo hace como camarera. Desea fervientemente presentarse al MIR y desarrollar su carrera como doctora.
Como requisitos ha tenido que presentar el documento de identidad, el empadronamiento, el título, el certificado de notas, una carta del último centro donde trabajó como sanitaria y pagar una tasa. El encargado de realizar las gestiones es el Ministerio de Universidades, que no ha facilitado a este diario el número de extranjeros que esperan convalidar su título y cuánto tiempo de media tardan en hacerlo. Si ha proporcionado, en cambio, el dato de las personas que han conseguido finalizar los trámites.
Miles de homologaciones
En los últimos cinco años lo han hecho 20.608 extranjeros. Es la puerta de entrada para trabajar como médico en nuestro país, algo que no sucede en la mayoría de los casos, lamenta Matas. En 2017 se les convalidó el título a 3.126 galenos foráneos, la mayoría de países latinoamericanos (614 venezolanos, 524 colombianos y 329 ecuatorianos). Un año después, la cifra se alcanzó las 4.002 convalidaciones. De nuevo los agraciados eran personas sudamericanas: venezolanos (843), colombianos (712) y cubanos (342).
En 2019, con la pandemia ya entre nosotros, las homologaciones se dispararon hasta las 5.853. Casi una quinta parte fueron para médicos venezolanos (1.137), seguidos de los colombianos (1.054) y los argentinos (636). Un año más tarde, la cifra descendió a las 3.582 validaciones. A la cabeza del ranking, de nuevo los galenos venezolanos (757), seguidos por los cubanos (598) y los colombianos (571). El año pasado, en 2021, el departamento que lidera Joan Subirats convalidó 4.045 títulos. La palma se la llevaron otra vez los licenciados venezolanos (737), los colombianos (664) y los cubanos (564).
Matas subraya que no todos trabajan, lo que deja al descubierto el sistema. Explica que un profesional sanitario tarda una década en formarse y que el Estado invierte mucho en él. Algo que aprovechan en otros países, especialmente europeos. En cualquier caso, asegura entender a quienes solicitan el certificado de idoneidad. Cuatro de cada 10 solicitudes la realizan menores de 36 años. «Hay quien lo pide para formación o para realizar cooperación. La mayoría, dos tercios, lo hacen para trabajar. Fuera hay más estabilidad y los sueldos son dobles o triples».
Eso significa que España tiene un problema. Los sindicatos estiman que en los próximos cinco años se van a jubilar 50.000 profesionales, lo que supone uno de cada tres facultativos en activo. No será sencillo sustituirlos. Hacen falta más médicos de los que España produce. A pesar de que el Ministerio de Sanidad ha aumentado un 25,7% las plazas de formación especializada en los últimos años, estas no siempre se cubren. En la última convocatoria MIR se ofertaron 8.188 y 218 quedaron vacantes. La mayoría (200), pertenecientes a Medicina de Familiar y Comunitaria.